Horace Walpole (1717 1797), hijo del primer ministro británico Sir Robert Walpole, estudió en Eton y en el King’s College de Cambridge, centro que abandonó sin conseguir un título.
En 1747 Walpole adquiere una granja en Twickenham, a riberas del Támesis, que reforma y adorna como un pequeño castillo gótico: Strawberry Hill.
A lo largo de años mantuvo una abundante correspondencia con los primordiales protagonistas de la política y la civilización de su tiempo, como Madame du Deffand o Sir Horace Mann.
Escribió poesía, sátiras y ensayos históricos, pero la obra que le granjeó la inmortalidad fue un capricho literario titulado El castillo de Otranto (1764), anunciado originalmente tal y como si fuera la tradución de un artículo italiano del siglo XVI, que inició una fecunda moda y un género literario que llega hasta nuestros días: la novela gótica.
El castillo de Otranto, cuya acción se lleva a cabo en la Italia medieval, relata la historia del tirano Manfred, cuya estirpe arrastra una maldición desde el instante en que su abuelo usurpara el poder del castillo a sus lícitos poseedores.
Manfred trata de perpetuar su herencia casando a su enclenque hijo Conrad con la princesa Isabella, pero antes de la boda ocurre un accidente mortal de origen supuestamente mágico que frustra sus designios.
Desde este hecho, se desencadenarán una sucesión de misteriosos fenómenos sobrenaturales y pasiones encendidas que van a tener como escenario el asfixiante y siniestro adornado del castillo, uno de los principales “individuos” del relato: puertas chirriantes, pasadizos oscuros y criptas segregas hacen su aparición por vez primera.
Había nacido la literatura de terror.