Una novela lastimosamente real sobre un mundo conminado.
Una aguda reflexión sobre la amenaza islamista y la crisis de los asilados.
Un llamamiento para salvar el árbol en el que debemos convivir. «Habitamos unos tiempos en los que la realidad sobrepasa a la fantasía.
No me siento con la capacidad de saber si he escrito una novela sobre la degradación política, un relato periodístico de dolorosa actualidad o un alegato contra la codicia, la injusticia y el fanatismo.
Y es que todo cuanto hubiese podido imaginar se ve superado por unos hechos que cada mañana producen desconcierto y cada noche insomnio.
Cuesta aceptarlo, pero estamos viendo de qué manera el inmenso árbol en que convivimos los humanos no será destruido por un rayo divino sino más bien por la carcoma de mandatarios parasitarios que le roban la savia, locos extremistas que envenenan sus frutos y ratas especuladoras que roen sus raíces.
No permitire que entre todos destruyan el árbol en el que deberán vivir mis hijos y mis nietos. «
Alberto Vázquez Figueroa