Una noche entró una hechicera al cuarto de Nicolás, agitó su escoba, arrojó unas palabras ininteligibles y salió sin dar mayores explicaciones.
Al día después su mamá despertó a Nicolás con un grito como una campanada que comunica la ida al instituto, lo arrastró hasta el baño, le dio de desayunar y lo despidió en la puerta de la casa.
Nicolás, atusándose los bigotes, observó de qué forma, él mismo, cruzaba el umbral para irse a clases, y en ese instante descubrió que algo anda muy mal: él había quedado atrapado en el cuerpo de su gato Leonardo, y su gato terminaba de llevarse el de el al instituto.
Nuestro personaje principal, acepta su novedosa condición, y después de terminar su siesta, decide ir a explorar la vida desde la perspectiva gatuna.
Se encuentra con el perro del vecino, con unos gatos mal encarados, con su mamá felina que lo recibe con helada indiferencia, y en cada encuentro, va conociendo que cada uno tiene sus inconvenientes y alegrías particulares.
Este viaje, de un día, en el cuerpo del gato nos muestra un niño con una gran sensibilidad para conocer los puntos importantes en la vida del otro y con una aguzada inteligencia para detectar los sentimientos que se despiertan con cada hallazgo.
