El autor de El Psicoanalista vuelve a deslumbrarnos con otra historia de suspense dotada de una trama inigualable y un ritmo frenético, cuyos personajes pasean sobre el filo de la navaja de comienzo a fin. El fruto de la venganza es mucho más venganza. Mientras intenta sostenerse alejado del alcohol, Timothy Moth Warner alterna sus clases de estudio en la Universidad de Miami con las asambleas de un conjunto de autoayuda para adictos.
Su tío Ed, médico psiquiatra y alcohólico rehabilitado, es su gran apoyo ética.
Preocupado porque Ed ha faltado a una cita, Moth se dirige a la consulta de su tío y lo halla muerto en medio de un charco de sangre. Supuestamente, se ha disparado en la sien.
Para la policía, hablamos de un claro caso de suicidio y próximamente da el caso por cerrado.
No obstante, Moth está seguro de que fue ejecutado.
Desértico y decidido a localizar él mismo al asesino, busca apoyo en la única persona en la que puede confiar: Andrea Martine, que había sido su novia y a la que no ve desde hace cuatro años.
A pesar de que está sumida en la depresión tras haber vivido una situación traumática, Andy no puede dejar de escucharlo.
Mientras luchan contra sus demonios interiores, los dos jóvenes se irán internando en un territorio oscuro y desconocido, habitado por una cabeza tortuosa y vengativa que no cejará ante nada para poder su propósito.