Enrique Cornelio Agrippa (1485 1535) reúne dos extremos habituales del Renacimiento: la explosión de la credulidad en las conexiones espirituales de las partes del cosmos y el replanteamiento del escepticismo mucho más extremista.
Magia natural es el primero de los tres libros de la Filosofía oculta (1533), obra que se completa con la magia celeste y la magia ceremonial.
La iniciativa básica de la magia natural es que el mundo es una unidad orgánica donde todo está conectado con todo merced a un espíritu universal y otras entidades espirituales intermedias de raigambre neoplatónica y hermética.
De ahí la oportunidad de controlar los procesos naturales con manipulaciones no ya mecánicas, sino lingüísticas y simbólicas accesibles a las substancias espirituales que rigen la materia.
De ahí que el tratado comienza con los cuatro elementos y las virtudes escondes en los elementos.
A continuación se explica la transmisión de esas virtudes procedentes de los astros y su implantación en los talismanes; o la fabricación de filtros, colirios, ungüentos y anillos mágicos; o la realización de hechizos y conjuros mediante la palabra.
Todo ello sin olvidar la adivinación por determinados signos y, evidentemente, la reanimación de los muertos.