La década de 1970 fué colonizada en España por el alegato oficial de la Transición, por el cambio político y la construcción democrática.
Y como todo desarrollo de colonización fué destructivo y embustero: la realidad trans fué tan ignorada como marginada.
Así, la capitalidad trans de Barcelona no radicó solo en los locales nocturnos, sino en sus cines y en sus calles.
La Transición política de españa fue muy trans por múltiples causas, durante unos años en que la fantasía o el deseo se impusieron sobre la sensatez y el cálculo, en el momento en que nacieron ciertas ideas políticas y culturales que mejor replicaron al alegato reformista, pactista y sensato.
Barcelona fue trans como jamás antes y como jamás después, porque dejó de conformarse.
Este ensayo contextualiza algunos de sus gritos de libertad y textualiza varios de sus clímax mucho más radicales en todo el siglo XX, ya que las representaciones de la transexualidad o del travestismo comentan lo que muchos olvidaron: el termómetro de la vitalidad de un pueblo.